La propuesta nace de la relación entre la posición del edificio de Aigües de Barcelona y el torrente Gornal, uno de los antiguos cauces proyecto, entendida no solo como elemento visible, sino también como presencia subterránea que fluye por capilaridad y se refleja de múltiples maneras en la superficie.

El proyecto se articula a partir de una cubierta–aljibe formada por bóvedas tipo iglú, donde el agua de lluvia se acumula como si formara un nivel freático artificial. Según las características del terreno, esta agua reaparece en superficie generando gradientes de humedad que originan diferentes biotopos: desde el encinar, de carácter más xerófilo, hasta las zonas húmedas con especies higrófilas. Cada uno aporta una dinámica ecológica propia y distintas calidades espaciales: praderas transitables, sombras variables y una mayor flexibilidad de uso.

La nueva topografía propuesta vincula el espacio exterior con el sistema hidrológico del entorno. El nivel freático natural se reinterpreta mediante un sistema constructivo innovador: los revoltones, normalmente empleados para aligerar cubiertas, se adaptan para formar un aljibe subterráneo que almacena el agua de lluvia y la libera por capilaridad a través de tubos de arcilla, poniéndola a disposición de las plantas.

El uso de diferentes granulometrías y composiciones de suelo condiciona tanto el movimiento del agua como la instalación de comunidades vegetales, desde prados secos hasta zonas húmedas, conformando un paisaje dinámico y autosuficiente.

 

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